3 ene 2013

La vergüenza de Rajoy en Figueres estrenando el AVE pendiente

Este artículo también se ha publicado en eldiario.es, sección Catalunya Plural

Que Mariano Rajoy se desplace el próximo martes 8 de enero a Figueres para “inaugurar” personalmente la línea ferroviaria de AVE entre Madrid, Barcelona, Girona y la capital ampurdanesa, sin conexión directa de momento con la vecina frontera y el resto de la red europea, representa la enésima incongruencia de las muchas que acumula la construcción del nuevo trazado de alta velocidad. La obra pública más importante de las últimas décadas encarna  un cúmulo de despropósitos, a los que pone la guinda la presencia de Rajoy. Más que una inauguración habría sido preciso un acto oficial de disculpas. 
¿Qué se piensa el gobierno español que inaugura? Resulta ridículo de entrada un viaje institucional para estrenar la conexión en alta velocidad entre Madrid y Figueres, donde será necesario apearse y cambiar de AVE para conectar con la red francesa. El enlace directo, sin cambio de tren, está anunciado para el mes de abril, con enorme retraso sobre las previsiones. Incluso en abril aun quedará pendiente de
construcción el tramo del nuevo trazado entre Perpiñán y Montpellier, donde el convoy circulará a velocidad convencional. También permanecerá pendiente la finalización de las estaciones de AVE de Barcelona, Girona y Figueres, así como la construcción de la línea de AVE entre Barcelona y Valencia, la segunda y tercera ciudades del Estado, los dos polos del corredor mediterráneo que representan el 30 % de todo: del PIB español, de la población, de las exportaciones y de la producción manufacturera.
La nueva línea de AVE para pasajeros y mercancías solo tiene sentido en largas distancias, sin embargo hasta 2020 no está previsto que entren en servicio esos dos tramos pendientes (Barcelona-Valencia y Perpiñán-Montpellier), indispensables para la utilidad de la inversión. La primera originalidad española ya fue inaugurar la línea inicial de AVE en 1992 entre Madrid y Sevilla, en vez de unir las dos ciudades más pobladas, Madrid y Barcelona, como hicieron en Francia con lógica elemental entre París y Lyón. La conexión en AVE entre Madrid y Barcelona tuvo que esperar dieciocho años, ¡hasta 2010! 
La siguiente originalidad española ha sido construir la segunda red de AVE más extensa del mundo tras la china y la mas amplia de toda Europa, pero al mismo tiempo la menos utilizada: 5.400 km de nuevo trazado que solo suma 16 millones de pasajeros anuales (en Francia 4.800 km y 110 millones de usuarios, en Alemania 2.000 km y 180 millones de usuarios). La han construido sobre un mapa de centralismo radial pensado en beneficio de Madrid y en detrimento de los intereses del conjunto del territorio.
El mapa español de alta velocidad ferroviaria materializa el viejo sueño de la radialidad centralista: situar Madrid a menos de cuatro horas de todas las capitales de provincia, al margen de la rentabilidad del planteamiento en términos sociales y económicos. El AVE refleja en realidad un designio ideológico, un delirio de grandeza del nacionalismo español, sin contar con la productividad, hasta el extremo que en junio de 2011 tuvo que suprimirse, después de seis meses de inaugurarla, la flamante línea de AVE directo entre Toledo, Cuenca y Albacete, sin transbordo en Madrid como antes, dado que solo había alcanzado una media de 9 usuarios diarios por trayecto… Nadie asumió responsabilidades ni sacó conclusiones. 
Al menos en diciembre de 2010 el gobierno español tuvo la decencia de no programar ninguna inauguración oficial de la pintoresca conexión en AVE entre Figueres y la red francesa, hasta donde se tenía que llegar desde Barcelona en tren convecional. La estupidez del acto del próximo jueves, con Rajoy al frente, se repetirá cuando en abril entre en servicio la conexión fronteriza sin cambio de tren en Figueres, esta vez con la presencia pomposa de los representantes del gobierno galo que ni tan solo ha iniciado las obras del tramo Perpiñán-Montpellier, sin las cuales la virtualidad del AVE pierde el sentido y los cuartos. La vergüenza hace tiempo que no cuenta.

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