1 mar 2014

Dicen que este año habrá topless en el carnaval de Río

El sambódromo de Río de Janeiro construido por el arquitecto Oscar Niemeyer como estructura de gradas fijas con 60.000 asientos numerados en la céntrica Avenida Marqués de Sapocaí, cumple este año su 30 aniversario y la mayoría de entradas (entre 100 y 200 dólares) están agotadas para los desfiles que se celebran hasta el martes próximo. El sambódromo actúa como un auténtico estadio, centraliza los principales desfiles, el carnaval regulado, el negocio. La reventa ilegal de entradas para las gradas es un hecho tradicional. El carnaval cae en fechas variables del mes de febrero, pero fijadas con años de anticipación dentro del calendario gregoriano que rige en todo el mundo occidental. Las fechas variables del carnaval son las
mismas en Río de Janeiro que en Venecia, en Nueva Orleans, en Tenerife, en Cádiz, en Vilanova i la Geltrú o en Sitges. La palabra deriva del latín vulgar "carne levare", aunque se acabó convirtiendo en "carne vale", el último día en que los cristianos podían comer carne, antes de los cuarenta días de la cuaresma, que finalizan por Pascua, el equivalente de la fiesta de equinoccio de primavera en múltiples culturas ancestrales. 
En Río el carnaval ofrece cada año alguna novedad más comentada. Esta vez la escuela Mocidade Independente anuncia que hará desfilar en topless a 22 bailarinas seleccionadas por no transportar ni un gramo de silicona, algo noticioso en Brasil, casi imposible, dada la proliferación de la cirugía estética y la falta de costumbre del topless en público, ni siquiera en las playas. 
Muchos piensan que el carnaval carioca consiste en un desatado baile de disfraces. Se equivocan. Es una jubilosa manifestación de calle de los pobres en las céntricas avenidas reservadas por unos días para que puedan mostrar a todos de forma autorizada su belleza, su alegría, su música, su existencia acicalada y radiante. El ciclo menstrual de la metrópolis les concede estos días de gracia en el calendario, el permiso para invadir y detener el país. El carnaval es un suntuario y exaltado orgasmo anual de los pobres, que bajan a miles de las favelas y toman el asfalto con el lujo de la fantasía. 
El carnaval, las playas y el fútbol son la resistencia de la sociedad brasileña contra la división acentuada entre pobres y ricos. La finalización de los días del carnaval provoca a todos la sensación inexorable de vuelco del año, el momento en que concluyen las largas vacaciones escolares de verano, iniciadas a mediados de diciembre. El carnaval marca el curso, la temporada, el año. 
La diferencia del carnaval de Río (debe pronunciarse carnava-u) es que participa una humanidad oceánica. Centenares de miles de visitantes llegan a Río para pasar estos días. Es el gran momento de la industria turística, el pico de la temporada veraniega. No hay datos oficiales sobre accidentes, homicidios ni víctimas durante el carnaval. Casi se consideraría de mal gusto divulgar tales estadísticas frente al carácter festivo del acontecimiento, su importancia en la economía turística y en la imagen de la ciudad. 
El carnaval dura oficialmente de viernes a martes, hasta el umbral del miércoles de Ceniza (a quarta-feira de Cinzas), en que comienza la cuaresma. En realidad dura todo el año en lo referente a los preparativos de las escuelas carnavalescas de cada barrio, un tejido asociativo popular que mueve tantas pasiones y sentimientos de pertenencia como los equipos de fútbol. Las escuelas de samba suman miles de miembros cada una, con seguidores enfervorecidos por sus colores, sus héroes, sus tradiciones, sus patrones respectivos. Son el centro de reunión donde se imagina y prepara la música y la coreografía del desfile. 
Primero el carnaval se celebraba de forma discriminada: los bailes en los salones de la burguesía y las fiestas populares en las calles de las barriadas. El desfile de las escuelas de samba en el centro de la ciudad solo se legalizó en 1935, cuando las retransmisiones radiofónicas ya habían socializado el acontecimiento. Fue el año de la presentación de la marchinha "Cidade Maravilhosa", de André Filho. Se hizo popularísima, se convirtió en himno oficial del Estado de Río de Janeiro:

Cidade maravilhosa, cheia de encantos mil.

Cidade maravilhosa, coraçao do meu Brasil...

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