30 abr 2014

Los introvertidos somos buena gente, que corra la voz

Ser introvertido, reservado o retraído es una característica de la personalidad que hasta hoy se ha visto desconsiderada con frecuencia en un mundo que admira la exuberancia, el ruido y la rapidez, aunque sean superficiales o sobre todo si lo son. Ser introvertido no es lo mismo que ser tímido, vergonzoso, débil, poco sociable ni menos aun solitario, indolente o soso. Representa una estrategia de supervivencia tan legítima y eficaz como la otra. Los introvertidos podemos ser igual de afectuosos y participativos que los extrovertidos que se llevan la palma en los encuentros sociales con su desparpajo. Simplemente, si podemos elegir, preferimos la distancia corta más que el escenario, un grado de lentitud reflexiva por encima del exabrupto, incluso la calidad de algunos murmullos y silencios por encima de la palabrería. Todo eso lo teníamos asumido, pese a costarnos ser aceptados sin que nos confundan. Pero faltaba que una escritora norteamericana como Susan Cain lo convirtiese en el
best seller Quiet: The power of intriverts in a world that can't stop talking (versió castellana aparecida el 2012 en RBA bajo el título El poder de los introvertidos en un mundo incapaz de callarse).
Al publicarse la versión francesa la autora declaraba el pasado octubre al semanario Le Nouvel Observateur: “Si partimos de la base que los introvertidos tienen la misma cantidad de buenas ideas que los extrovertidos, significa que a menudo las malas ideas expresadas con convicción se imponen por encima de las buenas. Los individuos charlatanes son considerados más inteligentes que los discretos, aunque las pruebas de inteligencia demuestren la inexactitud de esta percepción. Más alguien habla, más atrae la atención del grupo y por consiguiente gana en potencia a medida que la reunión avanza. No se adjudica suficiente atención a las buenas idees de los introvertidos”. 
Esta semana la revista francesa regresa sobre el tema con un amplio dosier de 12 páginas titulado “La revancha de los introvertidos”. Y escribe: “En la vida privada y el trabajo, cada vez interesan más estos hombres y mujeres vistos como demasiado reservados y que ahora se les descubre como originales, fiables, inventivos”.
Son 12 páginas sobre los detalles de algo que sabíamos o imaginábamos, pero que no siempre veíamos desplegado de forma tan argumentada.

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