7 ene 2015

El tango inédito de Borges, de Jorge Sarraute y de Elba Picó

La fundación madrileña Casa del Lector y la Fundación Internacional Jorge Luis Borges anuncian que en 2015 editarán las cuatro conferencias que el autor argentino pronunció en 1965 en Buenos Aires sobre el tango, un material inédito recuperado imprevistamente décadas después a partir de cuatro viejos cassettes. Juntar las dos palabras Borges y tango representa un atractivo asegurado, más aun teniendo en cuenta que el escritor sostenía a contracorriente la particular teoría de que el auténtico tango de los barrios populares porteños se vio edulcorado por la comercialidad escénica de Carlos Gardel y seguidores. Borges ya había publicado en 1955 una “Historia del tango” dentro del libro de
narraciones Evaristo Carriego y en 1958 su famoso poema “El tango”, que concluye con los versos: “El tango crea un turbio/ pasado irreal que de algún modo es cierto,/ un recuerdo imposible de haber muerto/ peleando, en una esquina del suburbio”.
Después el tango y Borges siguieron caminos creativos muy separados, hasta que la comercialidad les unió de nuevo. En 1960 Astor Piazzolla compuso una suite para ballet inspirada en la narración de Borges “Hombre de la esquina rosada”, puso música de milonga (uno de los géneros incluidos en el repertorio del tango) a los poemas de Borges “Jacinto Chiclana”, “A don Nicanor Paredes” y “El títere”, así como música de tango a su poema “Alguien le dice al tango”. Dos años antes, en 1958, Aníbal Troilo musicó la “Milonga de Manuel Flores”, de Borges. 
La vieja milonga ya había sido recuperada con éxito por poetas de la nueva época, como Homero Manzi en “Milonga sentimental” y “Milonga de 900”, cantadas por Gardel. Con el paso de los años, Borges escribiría cerca de veinte conocidas milongas. En general respetaba la popular cuarteta de octosílabos, con rima en el segundo y cuarto verso, en una especie de salmodia recitativa muy propia de la tradición de relatos populares orales, sin recurrir al argot lunfardo 
La relación entre Borges y Piazzolla no resultó plácida, como dos gallos en un gallinero. La música que compuso para sus letras de milonga no gustaron mucho al escritor, quien declaro a la revista Información Literaria en marzo de 1966: “No quiero saber nada con ese señor, no siente lo criollo; Rivero sí [Edmundo Rivero, el cantante que las grabó], pero él no. Y, ¿sabe?, tuve que explicarle los octosílabos. No entendía lo de sinalefa”... (dos vocales en contacto de dos palabras forman diptongo, se pronuncian como una única sílaba y modifican la métrica del poema, al contar dos sílabas como una sola). 
El también letrista Horacio Ferrer sentenció poco después en el Libro del tango a propósito de Borges: “Cabe entender sin embargo que su interés por lo popular es más bien un rico pretexto literario y no estrictamente una manera de sentir; algunas de sus afirmaciones o de sus conclusiones de tipo doctrinario o histórico revelan errores de información y de enfoque que no invalidan la alta clase de sus textos, aunque despojan a éstos de genuino valor documental”. 
Poner música a los poemas de Borges ha sido un reto reiterado y difícil. Una de las mejores propuestas, también inédita prácticamente, fue la del compositor Jorge Sarraute, argentino residente en Catalunya, en el espectáculo “Borges versus Borges” presentado en el Auditori barcelonés en 2005 con Elba Picó (voz), Liliana Mafiotte (piano), Carlos Morera (bandoneón), Pere Bardagí (violín), Jordi Coll (violín), Ferran Saló (viola), Joaquim Alabau (violoncelo) y el actor Jordi Dauder en la dramaturgia y recitados. Jorge Sarraute presentó sus composiciones sobre poemas de Borges como “Milonga del muerto”, “Milonga de Calandria”, “Milonga del forastero” o “El ciego”, así como sus arreglos de las composiciones borgeanas de Troilo (“Milonga de Manuel Flores”) y de Piazzolla (“Jacinto Chiclana”, “Alguien le dice al tango”). 
Las composiciones de Serraute no son estrictamente inéditas, aunque la sesión única de aquel espectáculo en el Auditori barcelonés casi las convierte en eso. Nadie ha vuelto a cantar la milonga “Jacinto Chiclana” como lo hacía Elba Picó en sus conciertos de tango, con toda la hondura de la poesía de Borges y de la música de Piazzolla, y una dosis culminante de arte que añadía ella.

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