18 may 2015

La monumental desnudez femenina de Maillol en los jardines de las Tullerías

La explanada de las Tullerías comienza en el arco de triunfo del Carrusel, junto a la moderna pirámide de vidrio del Louvre. Finaliza en el obelisco de la plaza de la Concòrdia, después de casi un kilómetro de jardines, flanqueados por la terraza de la Orangerie sobre el Sena y la del Jeu de Paume asomada a la Rue de Rivoli. Los dos primeros ángulos rinconeros de las Tullerías son refugios autónomos formados por sendos recintos de doble hilera de tilos, con las copas podadas en rectángulo, césped entre caminos de tierra y bancos de madera para sentarse. En el centro de cada uno de ambos refugios gemelos, a los que se accede por una corta escalinata, impera triunfal, silencioso y humildísimo un ejemplar duplicado del monumental
desnudo femenino “Mediterránea” (en la foto), la obra maestra del escultor Arístides Maillol. Es uno de los lugares más agradables y más civilizadamente concebidos de París, además de más visitados del mundo.
El escultor rosellonés, que vivía medio año en París y la otra mitad en la localidad natal de Banyuls, ha gozado del insólito privilegio de ser el único con toda su obra monumental expuesta en permanencia en los céntricos y concurridos jardines parisinos de las Tullerías, con 18 figuras femeninas de tamaño natural o superior, generalmente desnudas, diseminadas en este primer tramo del parque. 
La primera obra de Maillol colocada en los jardines de las Tullerías fue en 1923 la versión en piedra de la célebre “Mediterránea”, hoy duplicada en fundición de bronce (otros ejemplares del tiraje en bronce se encuentran el patio gótico del Ayuntamiento de Perpiñán y sobre la tumba del escultor en su casa-taller del valle de Banyuls, hoy pequeño museo). En 1929 se incorporó a las Tullerías otra de sus esculturas, después de que el pudibundo Ayuntamiento de la ciudad de Aix-en-Provence rechazase el resultado del encargo que había realizado al artista. Se trata de la versión en piedra del “Monumento a Cézanne”, que Maillol concibió como un majestuoso desnudo femenino. 
La degradación de las dos primeras obras de Maillol colocadas en las Tullerías, sometidas a la intemperie, aconsejó ponerlas a resguardo a finales de los años 40 en el Museo Nacional de Arte Moderno (hoy Museo de Orsay). La proposición de su antigua modelo y ahora combativa legataria Dina Vierny consistió en sustituirlas en el mismo lugar por el equivalente fundido en bronce o en plomo. El año 1959 Dina Vierny encontró al interlocutor necesario en la persona del nuevo ministro de Cultura, André Malraux. El escritor y ministro gaullista ofreció a Dina Vierny un pacto resolutivo: "Usted me cede la obra, yo las Tullerías"... 
El gobierno sufragó la fundición en bronce o plomo de las dos piezas guardadas en el museo y de todas las demás cedidas por la albacea, hasta un total de dieciocho distintas. A los pocos días de la inauguración en las Tullerías la desnudez de algunas de ellas apareció pintarrajeada con pintura roja, que los servicios municipales de mantenimiento limpiaron con diligencia. 
La totalidad de las esculturas más importantes de Maillol quedaron de este modo expuestas para siempre en un espacio público que cumple todos los requisitos de proximidad del espectador, amplitud, perspectiva y prestigio que Maillol postulaba. Las obras de ampliación del Grand Louvre hicieron variar ligeramente en 1997 el emplazamiento y el entorno ajardinado, no la permanencia de las piezas en las Tullerías. 
Los diecinueve ejemplares de las dieciocho esculturas distintas son los siguientes: “Mediterránea” (1905, por duplicado), “Pomona drapeada” (1921), “La chica recostada” (1921, otro ejemplar igualmente en bronce se halla en el paseo marítimo de Banyuls), “El dolor” (la versión en piedra constituye el Monumento a los Muertos de la Guerra de 1914-18 en Ceret), “El verano” (el fragmento del torso de “El verano” se exhibe en el exterior del MNAC en Montjuïc), “Pomona” (1922, en Elna como Monumento a los Muerto de la Guerra del 1914-18), “Pomona desnuda”, “Bañista peinándose” (1930), “Venus” (preside igualmente la plaza de la Lonja en Perpiñán y un fragmento del torso el patio de la sede de la Generalitat en Girona), “Ninfa” (1930), “Las tres gracias”, “Montaña” (1937), “Bañista drapeada” (también en bronce en Perpiñán y en piedra en Saint-Cyprien), “Acción encadenada” (1908), “Aire” (1932), “Monumento a Cézanne” (1925), “Río” (1943) y “Monumento a los Muertos de Port-Vendres” (1923). 
A pesar del prestigio mundial de los jardines de las Tullerías, los monumentales desnudos femeninos de Maillol no lucen menos en Banyuls, como aquellas dos mitades del año del escultor, los dos polos de su búsqueda. Nunca habrían encajado el uno sin el otro. El valle de Banyuls no es menos evocador que las Tullerías, si se mira como lo hacía Maillol y como puede seguir haciéndose hoy. París es la colosal plataforma de proyección, Banyuls la sustancia nutricia.



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