16 jun 2015

La memoria de los “desaparecidos” y el nuevo Ayuntamiento barcelonés

La dictadura militar que desgobernó Argentina de 1976 a 1983, promovida por Estados Unidos y la oligarquía local, dejó un legado especialmente atroz: los 30.000 desaparecidos, secuestrados por fuerzas parapoliciales, torturados y asesinados, en muchos casos sin rastro de los cuerpos. Conozco en Barcelona a algunos familiares de desaparecidos argentinos. Cada uno lo vive como puede, a su modo, que no es forzosamente coincidente. El actual nro. 2 de la alcaldesa Ada Colau, Gerardo Pisarello, lleva el mismo nombre que el padre, secuestrado en su domicilio de Tucumán por un grupo de armados encapuchados el 24 de junio de 1975. El
cuerpo sin vida, deformado por los golpes, fue hallado el 2 de julio siguiente con las manos atadas a la espalda en una cuneta de Santiago del Estero.
Ángel Gerardo Pisarello (padre) estaba casado desde 1952 con Aurora Pilar Prados, hija de españoles. Tuvieron cuatro hijos: Aurora “Tatá” (1953), Silvia Inés (1955), Ana María (1956) y Ángel Gerardo (1970)
Ángel Gerardo Pisarello (hijo), nacido cinco años antes del asesinato del padre, emigró en 2001 para doctorarse en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Acto seguido se radicó en Barcelona, donde ejerce de profesor de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona y activista social. 
El padre, igualmente abogado, fue senador en representación de Tucumán de 1948 (cuando todavía era estudiante de Derecho) a 1952, presidente del partido Unión Cívica Radical en Tucumán y embajador en Tanzania durante la presidencia argentina de Arturo Illia. Se distinguió como abogado defensor de presos políticos, lo que le costó la vida al comienzo de la dictadura militar. Hoy una placa lo recuerda en la fachada del domicilio familiar de la calle Piedras, una agrupación del Partido Radical lleva su nombre en aquella ciudad, existe una página de Facebook sobre “Ángel Gerardo Pisarello, mártir radical” y en YouTube un “Curriculum escrito por él mismo”, con su voz. 
El mes de marzo de 2014 el nuevo presidente de la cámara legislativa de Tucumán, Manuel Fernando Váldez, todavía juró el cargo “por la Patria y su honor, y por la memoria de los militantes Ángel Gerardo Pisarello y Dardo Molina, desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar”. A continuación, en su primera intervención en la tribuna, añadió: “Los dos fueron tucumanos ilustres, hombres profundamente democráticos y hombres del Derecho. Quizás, esta cámara y los tucumanos en general tengamos una deuda con estos dos mártires de la democracia, pero están vivos en la memoria”. 
El 5 de mayo de 1998 varias asociaciones de Derechos Humanos presentaron en el Juzgado nro. 5 de la Audiencia Nacional en Madrid una querella como acusación particular contra los autores de desapariciones durante la dictadura militar argentina, entre quienes figuran los nombres de dos responsables policiales de Tucumán, considerados responsables directos del secuestro y asesinato de Ángel Gerardo Pisarello. 
Los hijos de asesinados y desaparecidos por la dictadura militar argentina lo llevan cada uno como pueden, a su modo, decía al comienzo. En España hay otro tipo de desaparecidos. Calculan que 130.000 fusilados de la Guerra Civil  permanecen ilocalizados en cunetas y fosas.



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