9 nov 2015

El circo prevalece en la ópera “Benvenuto Cellini” estos días en el Liceu

En los carteles que veo por la calle anunciando la ópera actualmente programada en el Liceu barcelonés, el nombre del grupo cómico inglés Monty Phyton aparece en letras igual de grandes que el título de la obra Benvenuto Cellini. Uno de los fundadores del grupo humorístico es el responsable de la puesta en escena de este montaje y eso se convierte en principal reclamo, dentro de la deriva de los últimos tiempos de la escenografía lírica hacia estilos rompedores. El hecho de que una parte del argumento se sitúe durante el carnaval de la Roma barroca da pie a un despliegue alocado de acróbatas, malabaristas y bailarines, en un cuadro de 23 minutos de duración que reúne a un centenar de participantes en escena. El acento
colocado en este aspecto del montaje corre el riesgo de eclipsar a la partitura de Hector Berlioz, la historia vibrante que relata, la dirección musical de Josep Pons, la huelga laboral desconvocada a última hora por los 300 trabajadores del Liceu por impagos salariales y unas cuantas cosas más.
La ópera del compositor francés se basa en la autobiografía del escultor Benvenuto Cellini. No se centra en el carnaval romano, sino en el libro Vita escrito por él mismo sobre el proceso de encargo, modelado y fundición de su célebre escultura del Perseo, que se encuentra todavía actualmente en la Loggia dei Lanzi de la Piazza de la Signoria de Florencia en competencia directa con el David de Miguel Ángel. 
La narración de Cellini no constituye solamente un documento de primera mano sobre la elaboración de una obra maestra, sino casi una novela de acción, en particular el episodio que narra con tonos épicos de la noche en que procedió a la fundición del Perseo. El relato dió pie en 1838 a la ópera Benvenuto Cellini, de Berlioz, poco representada. La última función en el Liceu remonta a 1977. En la más reciente del Festival de Salzburgo del 2007 el escultor Cellini llegaba a escena en helicóptero... 
Lejos de extravagancias, el Perseo de Cellini se ha convertido en uno de los símbolos más visitados y admirados del Renacimiento florentino. La glorieta porticada de la Loggia dei Lanzi lleva el nombre de los lanceros que vigilaban el portal del Palazzo de la Signoria, el centro del poder florentino. Las tres arcadas góticas, asomadas a la plaza, enmarcan varias esculturas, entre las que destaca desde 1554 el bronce del Perseo esculpido por Cellini con el anhelo de competir con Donatello y Miguel Ángel, que también tenían obras expuestas en el lugar. 
Cellini ya era reconocido como orfebre, pero esta era la ocasión de ser valorado también como escultor entre los más grandes. Su alegoría del joven Perseo desnudo blande en una mano la espada y en la otra, levantada, exhibe la testa que acaba de cortar de la gorgona Medusa. Todo el mundo se fija en la truculencia de las vísceras colgando de la cabeza cortada de la gorgona, más que en la colosal belleza del conjunto de la pieza --y del lugar. 
Rainer Maria Rilke escribió en 1898 en los Diarios de juventud, en el momento de llegar a los pies del Perseo florentino de Cellini : “Era como si aquel joven viejo me pidiese tomar paciencia frente a todo aquello que no se encontraba resuelto en mi corazón y que intentase amar las propias preguntas como si se tratase de habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma antiguo. Que no buscase ahora las respuestas que no se podían dar porque yo no sabría vivirlas. Aquel joven viejo me decía: ‘Vive ahora las preguntas. Tal vez más adelante, poco a poco, sin darte cuenta, vivirás un día la respuesta”… 
La escenografía Monty Phyton del último montaje de la ópera de Berlioz sobre el Perseo de Benvenuto Cellini se salta a la torera muchos de estos aspectos genuinamente artísticos y altamente líricos del argumento, optando por acentuar el número de circo.

1 comentarios:

  1. Hace mucho tiempo que los escenógrafos han tomado el protagonismo. Ahora se propicia el espectáculo circense, la frivolidad, la "pachanga mediática". La música y las voces han quedado en segundo plano y la veracidad histórica se pone al servicio de la vanidad del escenógrafo de campanillas.
    El próximo sábado asistiré por turno a la representación de Benvenuto Cellini, voy con prevención, no sé si podré aguantar.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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