16 may 2016

Reencuentro de Joan Badia i Homs, un monumento histórico en sí mismo

Llevaba años sin ver al experto del románico (es poco decir) Joan Badia i Homs. Ayer domingo me apresuré a responder a la convocatoria de la revista Alberes y asistí a la visita guiada por él a otro vestigio habitualmente oculto, la ermita de Sant Quirc y Santa Julita del término de Rabós, en la raya de Francia y del Coll de Banyuls. Mi principal interés era el reencuentro con el personaje autodidacta que sentó cátedra con sus tres volúmenes de L’arquitectura medieval de l’Empordà, escritos a fuerza de pisar el terreno durante muchos años y valorar las piedras de la historia que otros ignoran, derriban o abandonan a lo que Joan Fuster llamó una “perpetua somnolencia digestiva”. Nacido en Palafrugell 75 años atrás, Joan Badia i Homs se ha convertido a
mis ojos un monumento histórico en sí mismo.
Le conocí hace mucho tiempo, cuando todavía trabajaba en el banco Transatlántico de Palafrugell y me citaba ahí para responder con infinita paciencia a las preguntas de todas mis indagaciones. Entonces acababa de publicar L’arquitectura medieval de l’Empordà, ayudado por Josep Pla y la Diputación de Girona, aunque sus conocimientos ya iban mucho más allá. La kilométrica lista de publicaciones, estudios, colaboraciones, conferencias, distinciones y patronatos de los que forma parte puede consultarse en la página web de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, aunque ya debe estar muy superada desde que ingresó en 2004. 
Joan Badia i Homs forma parte activa de la humilde élite de cansados que hacen el trabajo, la auténtica y seguramente única élite admirable de cada pueblo y cada país. Además, ha cumplido el trabajo desde la posición incómoda de autodidacta, sin estudios superiores reglados, a fuerza de mucha labor de campo y de archivo, iniciado sobre el terreno como aprendiz a la sombra del arqueólogo oficial Miquel Oliva, del maestro Lluís Esteve y del estudioso Pere Caner, a quienes ha acabado por dar algunas vueltas. 
Aquella misma amabilidad con que el erudito Badia i Homs atendía las preguntas de un ignorante como yo durante las pausas de su trabajo en el banco Transatlántico de Palafrugell, la ha utilizado para defender la divulgación. En unas declaraciones afirmó: “La divulgación es tan importante como el estudio. En este país, el patrimonio cultural es uno de los tesoros por explotar. Por ejemplo, en el Baix Empordà no hay colaboración entre ayuntamientos para facilitar al visitante las rutas monumentales de la comarca. Cuando empecé a recorrer el país, a finales de los cincuenta, muchos edificios interesantes estaban cerrados. No ha cambiado mucho. Los grandes monumentos están abiertos, pero ¿y los demás? Turismo cultural también es regular las visitas al patrimonio cultural” (El Punt Avui, 26-1-2014). 
Ayer domingo hizo abrir la ermita de Sant Quirc y Santa Julita de Rabós (Alt Empordà), gracias a la amistad --basada en su labor de historiador documentado-- con el propietario Ramon Fina Figueras, del linaje Nouvilas. También llevaba muchos años deseando sin éxito entrar en ella, y ayer lo logré gracias a Badia i Homs. 
A 3 km del núcleo de Rabós en dirección a Vilamaniscle y el monasterio de Sant Quirze de Colera se encuentra el Mas de Sant Quirze y, a su lado, en lo alto de un suave cerro, la ermita de Sant Quirc y Santa Julita: una sola nave, ábside semicircular y dos capillas laterales. Fue iglesia parroquial de las masías diseminadas de la comarca hasta 1929, cuando se quedó sin parroquianos por el despoblamiento rural. 
La actual construcción es de finales del siglo XVIII. Conserva un singular retablo en bajo-relieve sobre losas de pizarra de la Mare de Déu del Bon Any, fechado el 1625, trasladado también desde Sant Quirze de Colera el año 1795 para evitar los saqueos de la Guerra Grande con los vecinos franceses, tal como relató el propietario Josep Anton Nouvilas i Quintana (1783-1850) en las anotaciones inéditas que ha podido consultar Badia i Homs. 
Los descendientes Nouvilas vendieron el vecino monasterio románico de San Quirze de Colera en 1994 al ayuntamiento de Rabós por la cantidad simbólica de 1.000 pesetas. La actual finca Nouvilas, de Rabós hasta la raya de frontera, tiene 2.190,58 hectáreas. Pertenece a Josep M. Fina de Nouvilas y a su hereu Ramon Fina Figueras, incluida la ermita de Sant Quirc y Santa Julita a la que ayer entré por primera vez, a la sombra reencontrada, amable y sabia de Joan Badia i Homs.






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