12 oct 2017

La reforma del estadio del Barça no puede añadir un adefesio más a la ciudad

Los estadios de fútbol ocupan el lugar simbólico que siglos atrás ejercían las catedrales, el edificio más amplio y masivamente concurrido de cada ciudad. Barcelona no tuvo suerte con su catedral, cuya fachada neogótica tuvo que ser añadida muy tardíamente, en 1890, para dar un poco de prestancia urbanística al templo inacabado. Tampoco la tuvo con el buñuelo desorbitado de la Sagrada Familia, tal vez porque la auténtica catedral barcelonesa nunca dejó de ser Santa María del Mar, la “catedral del mar”, levantada entre 1329 y 1383 en un estilo gótico auténtico que todavía
hoy admiramos. Con el estadio del FC Barcelona sí tuvo suerte la ciudad. Fue diseñado en 1957 por Francesc Mitjans, uno de los arquitectos más elegantes del país.
El “Nou Camp” ha guardado desde entonces el sobrenombre y las líneas que lo distinguen. Ahora la junta directiva del club se halla embarcada en una reforma de las instalaciones que prevé culminar el año 2022, con la escasa diligencia que caracterizan al gobierno del club. El control municipal significará sin duda una mejora urbanística del entorno exterior, solo queda esperar que el estadio propiamente dicho no pierda la silueta que lo ha singularizado desde 1957. La elegancia es un criterio que no se compra con dinero.
Nuestra época, nuestra ciudad y su principal club de fútbol, que nos ha maravillado a lo largo de generaciones con las filigranas de Samitier, Kubala, Cruyff y Messi, no van sobradas de aquella elegancia del arquitecto Francesc Mitjans como para alterarla ahora con estentóreas mediocridades de talonario.
Además del estadio del Barça, Mitjans fue autor del magnífico rascacielos de la esquina de la avenida Diagonal con Balmes, ocupada por un banco catalán que acaba de tener el mal gusto de ser el primero en trasladar su sede social fuera de Catalunya. Francesc Mitjans nunca ocultó que ese edificio suyo es una copia del rascacielos Pirelli de Milán, levantado en 1960 por el arquitecto Gio Ponti en modernas líneas funcionales y convertido desde entonces en símbolo de la capital económica de Italia. Sin embargo Mitjans superó el modelo milanés, ennobleció el plagio.
A la reforma del estadio del FC Barcelona le convendría plagiar, ahora, el estilo de su autor original.

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