26 ene 2018

Los puestos de “fritas” se renuevan, las churrerías agonizan

Aquí consideramos a la última moda los food truck o camionetas-restaurante y dejamos morir de pena a las barracas de churrería que aguantaron la posición a pie de calle durante décadas, quizás sin mucha renovación. En cambio en Bruselas la concejalía de Urbanismo y la federación nacional de friterías acaban de anunciar el resultado del concurso de diseño para renovar esos puestos callejeros con todos los elementos modernos exteriores e interiores. Allí los puestos de fritas son una institución que ha alimentado a sucesivas generaciones, hasta hoy mismo. Al principio de los años que viví en Bélgica una de las cosas que me sorprendieron fue la
amplísima variedad de la oferta en las modestas y populares friterías callejeras, a un precio extrañamente moderado.
Las fritas eran la excusa de una amplia gama de salchichas, boulettes de carne (albóndigas gruesas), hamburguesas, hot-dogs y otras preparaciones freíbles y comestibles sin perder el paso, tan solo con la ayuda del pequeño tenedor de plástico adjunto que era preciso aprender a manipular con cierta destreza, teniendo en cuenta que la compra se veía coronada por un borrón de salsa voluminoso, estentóreo y trémulo. 
Los puestos de fritas tenían como pundonor exhibir en su mostrador una batería multicolor de grandes botes de vidrio con salsas de lo más variado. Proporcionaban al cliente una sensación de libertad de elección y ayudaban mucho a amenizar y deglutir las preparaciones baratas recién compradas. A los puestos se les localizaba casi por el olor que desprendía su humo blanco, de una intensidad grasienta característica. 
Tal vez su oferta no era la más recomendable para la alimentación saludable ni para la silueta, sin embargo solucionaban el hambre de una forma eficacísima, inmediata, accesible y admirable, con un punto añadido de color libremente elegido. Siempre he pensado que las salsas eran el ingrediente más determinante de la atracción, el factor indispensable para encubrir la escasa amenidad del resto. 
A partir de ahora los puestos callejeros del plat pays serán de diseño y alargarán una generación más la popular forma de engañar el hambre sin perder el paso. Aquí las churrerías callejeras agonizan.

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